Estudiantes de turismo lideran recorridos de memoria en Bogotá
Un modelo emergente en Bogotá está captando la atención de académicos, turistas y organizaciones de memoria: los recorridos guiados por estudiantes de turismo especializados en memoria histórica. Esta iniciativa responde al interés de generar experiencias de turismo con sentido, que centren no solo la estética urbana, sino la dignidad de las víctimas y el reconocimiento de las heridas sociales. Los estudiantes, acompañados de entidades de memoria y expertos, están aportando una nueva capa narrativa a los circuitos urbanos, facilitando recorridos tanto a pie como en bicicleta que vinculan monumentos, parques y centros de memoria con el tejido social.
Para muchos estudiantes, liderar estos recorridos significa un profundo proceso de formación práctica: investigar narrativas locales, conversar con víctimas, construir guiones sensibles y acompañar visitantes en experiencias reflexivas. La práctica no solo les permite fortalecer competencias técnicas de guía y atención al cliente, sino sobre todo habilidades sociales, empatía y comprensión del conflicto colombiano. Esa vinculación directa con memoria y paisajes urbanos les brinda un conocimiento que va más allá de los libros.

Las rutas que acompañan los estudiantes incluyen paradas en monumentos como el Monumento a la Dignidad, el Parque Renacimiento, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y espacios menos visibles de la ciudad que guardan relatos de resistencia. En cada punto, las paradas no solo ofrecen información histórica, sino también espacios de diálogo con preguntas abiertas: ¿qué significa este lugar para las comunidades locales? ¿cómo construir una cultura de paz desde lo cotidiano? Estas preguntas transforman la ruta en una experiencia participativa.
La presencia juvenil rompe las barreras tradicionales del turismo memorial. Los visitantes perciben el recorrido como un espacio cercano, humano, menos académico y más vivencial. Al mismo tiempo, las comunidades locales reconocen la voluntad de jóvenes comprometidos en construir memorias con respeto. En algunos casos, estos estudiantes han colaborado con organizaciones de víctimas para incorporar testimonios locales, hacer intervenciones artísticas y generar proyectos de divulgación posteriores.
Este modelo también contribuye a fortalecer la economía local: los recorridos pueden generar oportunidades de empleo —como guías, producción de material educativo o pequeñas paradas culturales— y fomentar el desarrollo de emprendimientos cercanos. Además, los estudiantes actúan como puentes entre el mundo académico, la institucionalidad y la ciudadanía, facilitando puentes de confianza y colaboración.

Sin embargo, no están exentos de retos: equilibrar la responsabilidad de narrar memorias dolorosas, respetar las sensibilidades locales y garantizar rutas seguras es esencial. La capacitación constante, la revisión colaborativa con víctimas y el acompañamiento institucional son necesarios para que el modelo sea sostenible y ético. Pero el resultado es prometedor: Bogotá está viendo cómo las nuevas generaciones se empoderan de la memoria y ofrecen recorridos que no solo muestran la ciudad, sino que promueven sanación, reconocimiento y esperanza.
Estas rutas guiadas por estudiantes representan una apuesta por un turismo con propósito, un turismo que enseña a mirar más allá de lo visible y a caminar hacia la paz. Cuando un estudiante acompaña, no solo dirige físicamente el trayecto: también camina en paralelo con la memoria colectiva.
